Esperaba que todo fuese oficial y estuviera confirmado para empezar a escribir. Como un aficionado tuzo más, que a fin de cuentas es lo que soy. Y de lo que por supuesto me enorgullezco.
Cuando tú llegaste, no te tocó sufrir demasiado. Aquellos tiempos donde Pachuca luchaba entre Primera y Primera “A” ya eran lejanos. Habíamos tenido el privilegio de saborear 4 veces el campeonato sin que tú estuvieras. Pero la verdad es que sin darnos cuenta todavía existía un lugar vacante en el corazón de los aficionados para albergar a un verdadero crack. Ese jugadorazo que pagas por verlo. Aquel que fuera capaz de con su sólo impulso levantar a todo el equipo y a un estadio aletargado. Y mira cómo es la vida que el primer trofeo que levantaste vistiendo nuestra playera fue precisamente el máximo logro de un club mexicano, que continúa y continuará vigente no sabemos por cuánto tiempo: Obtener la Copa Sudamericana. Entonces el “romance” ya estaba dado. Fuiste una pieza muy importante para vencer al poderoso y odiado América y arrebatarle el sueño de levantar el trofeo a su máximo ídolo (Cuauhtémoc). También te vi trepado en la malla del Hidalgo festejando con nosotros la victoria frente al Guadalajara que nos permitía acudir a Tokyo para disputar un Mundial de Clubes. Soportaste el gran fracaso de jugar un solo partido y regresar con mucha pena y sin gloria. Así, junto con el resto del equipo prometieron que regresarían para el siguiente año… y lo cumplieron! De nuevo venciendo a un equipo del antipático Jorge Vergara, pero ahora en su versión tica: El Saprissa. Ahora con más cautela que el año anterior, de nuevo en Tokyo las cosas no pintaban bien en el primer tiempo del partido de debut en ese Mundial de Clubes. Y gracias a ti y a diez guerreros más, lograron darle la vuelta al marcador y avanzar. ¡Júbilo total! Aunque después de eso, poco más que contar en esa competencia. Intercalado entre todos los éxitos, llegó otro más, como fue la obtención de la Superliga norteamericana, venciendo al equipo de Beckham y Donovan. ¡Delirante!
Vinieron épocas difíciles después… de “vacas flacas” como se dice. Pocas clasificaciones a liguilla y escaso éxito. Pero tú conservaste el aplomo y calidad que siempre te distinguieron. Llegó otra gran temporada que culminó con la obtención del superliderato y la derrota dolorosa en una final en casa contra UNAM. Pero como siempre… brillaste. Y ese brillo te llevó a la selección de tu país. Del lugar donde naciste y no de donde elegiste para ser convocado. No jugaste, pero en verdad me sentí orgulloso de que tu calidad te llevara a esas alturas. Fuiste el mejor de México en esa temporada… sin duda alguna.
Pero el torneo pasado extrañamente vino un desencuentro. Tal vez con el Cuerpo Técnico, tal vez con los periodistas (que incluso algunos te tachaban de “simulador” junto con otros jugadores), aunque no con la afición. Y cuando el torneo había terminado y tú estabas tranquilamente recuperándote de una pequeña molestia física, llega como dardo la noticia de que te irías a Cruz Azul. La verdad no lo creía porque tú habías comentado poco tiempo antes que te sentías a gusto aquí, en mi tierra que también se convirtió en tuya. Pero algo ya estaba mal. Y aunque guardaba esperanzas de que siguieras el ejemplo de tu paisano y compañero de selección, Federico Vilar, cuando no aceptó abandonar los colores azulgrana, la verdad todo estaba dicho me gustara o no. Leí declaraciones tuyas un poco desconcertantes donde aceptabas gustoso vestirte de celeste. Por “pensar en tu futuro” en cuanto a mejoras económicas. Lo respeto, pero no lo entiendo. Aquí no eras mal pagado y tenías mucho más de lo que podías necesitar. Aquí obtuviste tus mayores logros y sabes que la directiva no te desampararía cuando decidieras irte del futbol… o incluso emigrar al viejo continente. Pero decidiste otra cosa, y ni modo.
No puedo ser tan malagradecido como para reprocharte que te hayas ido. Y aunque sé que la directiva tal vez debió haber hecho mucho más por retenerte, lo cierto es que no me trago el cuento de que toda la responsabilidad es de los mandos tuzos. No, por la simple razón de que tú no eres un novato. Eres un consagrado que tiene voz y voto, y bastaba mantenerte firme en tu deseo de continuar aquí. Nadie te iba a obligar a lo contrario. Nadie te corría. Y es que sé que tal vez no serías eterno aquí, pero creía que tus aspiraciones eran europeas y no… lo que elegiste.
Dejaste de lado la posibilidad de convertirte en el máximo ídolo tuzo de todos los tiempos, quedándote con el título de un “excelente jugador”. Sé que aquí por más que busquen, no podrán reemplazarte con nadie ni futbolísticamente ni en cuanto a carisma y química con la afición. ¡Ah! Y por cierto, sólo espero de ti que no declares a la primera oportunidad como algunos que se han ido, respecto al deseo que ya tenían de estar en “x” equipo. La página te has encargado de cerrarla tú, no yo. Te aseguro que vivirás en el recuerdo mío y de todos los que somos tuzos de corazón. Pero por favor, si decidiste irte… regresa únicamente a saludar, pero no a defender los colores tuzos. Deja los recuerdos como están y evita mancharlos con una mala “segunda parte”.
Gracias, en verdad, gracias por todo y que te vaya muy bien en lo que decidiste emprender Christian. Tus motivos tendrás.
